Encaramado espectacularmente sobre los picos de granito de Sintra, el Castelo dos Mouros (Castillo de los Moros) ha sido un centinela sobre el paisaje desde el siglo VIII. Esta fortaleza islámica medieval, con sus ondulantes muros de piedra serpenteando a través de un terreno accidentado, ofrece a los visitantes no solo vistas panorámicas de la costa portuguesa, sino también un viaje a través de capas de historia: desde defensores musulmanes y conquistadores cristianos hasta la restauración de la era romántica y el reconocimiento de la UNESCO. Sus murallas erosionadas cuentan historias de intercambio cultural, estrategia militar y leyendas perdurables que continúan cautivando a los visitantes hoy en día.
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En lo alto de los brumosos bosques de Sintra, el Castelo dos Mouros entrelaza un milenio de historia portuguesa con piedra y leyenda. Establecido por musulmanes del norte de África (moros) en los siglos VIII-IX como parte de la Iberia islámica, esta fortaleza en la cima de la montaña custodiaba vistas estratégicas de la costa atlántica y los accesos a Lisboa con imponentes muros de granito que se integran perfectamente en los riscos rocosos.
🏰 Conquista y Transformación CristianaEn 1147, mientras las fuerzas portuguesas lideradas por el rey Afonso Henriques capturaban Lisboa, los defensores moros de Sintra rindieron pacíficamente su castillo. Una encantadora leyenda local afirma que toda la guarnición desapareció misteriosamente a través de túneles secretos, dejando solo a un anciano para entregar las llaves. Tras la conquista, Afonso concedió privilegios especiales a 30 colonos cristianos en su Foral (carta) de 1154, transformando la antigua fortaleza islámica en un puesto de avanzada cristiano.
"Lo que el hombre ha unido, que no lo separe Dios" – reza la conmovedora inscripción en una tumba cerca de la capilla del castillo, donde el rey Fernando II hizo volver a enterrar respetuosamente restos humanos de épocas tanto musulmanas como cristianas durante sus restauraciones del siglo XIX.
⛪ Piedras Sagradas y Testigos SilenciososDentro del segundo anillo de murallas del castillo se encuentra la Capilla de São Pedro de Canaferrim sin techo, la primera iglesia parroquial de Sintra construida a finales del siglo XII. Las excavaciones arqueológicas revelaron un cementerio cristiano medieval que la rodeaba, con tumbas que datan de los siglos XII al XIV. La capilla fue testigo de siglos de cambio, desde bulliciosos servicios religiosos hasta el abandono gradual. En 1493, un informe oficial la describía como desierta, con puertas rotas, y señalaba que era "constantemente profanada por los judíos", aparentemente los últimos habitantes restantes del enclave del castillo, cada vez más desierto.
🌟 Renacimiento RománticoEn el siglo XVIII, la naturaleza había reclamado gran parte del castillo. El devastador terremoto de 1755 que destruyó Lisboa también derrumbó secciones de las antiguas murallas de Sintra. Sin embargo, la salvación llegó en 1839 cuando Fernando de Sajonia-Coburgo-Gotha, el artístico esposo de la reina María II, arrendó las ruinas por la suma simbólica de 240 réis anuales. Ardiente romántico, Fernando encargó al arquitecto alemán Barón von Eschwege que estabilizara los muros derruidos, reconstruyera las almenas y transformara la ruina medieval en una atracción pintoresca.
Fernando creó sinuosos senderos entre árboles exóticos, estableciendo miradores contemplativos donde los visitantes podían complacerse en la ensoñación melancólica mientras contemplaban vistas espectaculares, una encarnación perfecta de la estética romántica que aún hoy encanta a los visitantes.
⚔️ Leyendas en PiedraEl castillo sigue inmerso en el folclore. Un cuento perdurable habla de Moura Zaida, hija del comandante moro del castillo, que se enamoró de un caballero cristiano. Según la leyenda, cuando intentaba huir con su amante a través de un pasaje secreto durante la conquista, Zaida se desvaneció en la tierra, hechizada por la magia mora. Sus siete suspiros de dolor supuestamente dieron nombre al cercano Palacio de Seteais (Siete Suspiros).
"Tengo muchos tesoros... encantados de tiempos de los moros... Hijo de los antiguos reyes, he custodiado durante mil años y tres meses por un hechizo mágico" – escribió el dramaturgo portugués Gil Vicente en 1527, refiriéndose a otra leyenda popular de un gran rey moro encarcelado eternamente debajo de la cisterna del castillo.
💡 Consejo para el VisitanteSube a la Torre Real, el punto más alto del castillo, accesible a través de aproximadamente 500 escalones de piedra. Esta torre formó la alcáçova (ciudadela) mora original y más tarde ganó fama literaria como el supuesto refugio del poeta del siglo XVI Bernardim Ribeiro, quien, según la tradición, vivió allí como un cuidador solitario.
El Castelo dos Mouros representa un caso de estudio ejemplar en la arquitectura militar de la frontera ibérica de principios de la Edad Media. Su importancia militar se deriva principalmente de su excepcional punto de vista a 412 metros sobre el nivel del mar, que ofrece vistas dominantes de la costa atlántica, el campo circundante y los accesos hacia Lisboa. Esta posición estratégica permitió a la guarnición controlar el tráfico marítimo y las posibles invasiones desde el mar, al tiempo que controlaba las rutas del interior.
Arquitectónicamente, el castillo ejemplifica tanto los principios defensivos islámicos como los portugueses tempranos. La construcción morisca original empleó la técnica de mampostería "soga e tissón" (hiladas alternas de bloques de piedra largos y cortos unidos por mortero), que aún es visible en las secciones inferiores hasta aproximadamente 4-5 metros de altura. Este método de construcción fue característico de la arquitectura militar de al-Ándalus. La fortaleza sigue la topografía natural, con murallas irregulares adaptadas a los contornos de los afloramientos de granito, un enfoque pragmático que maximizó el potencial defensivo del terreno al tiempo que minimizó el esfuerzo de construcción.
El diseño del castillo presenta un doble anillo de murallas defensivas que rodean aproximadamente 12.000 metros cuadrados. El perímetro exterior se extiende aproximadamente 450 metros y está salpicado por cinco torres supervivientes: cuatro cuadradas y una redonda. La entrada más notable es la puerta oriental, un portal de arco de herradura (porta em rodízio) de auténtico diseño morisco. Dentro del recinto fortificado, los arqueólogos han identificado los cimientos de estructuras domésticas que comprenden el "barrio islámico", junto con silos de grano excavados en el lecho de roca: pozos utilitarios donde se almacenaban cereales y alimentos.
Un elemento crítico de la infraestructura defensiva es la gran cisterna abovedada (de 18 por 6 metros) que aseguraba el suministro de agua durante los asedios. Este sofisticado sistema hidráulico recogía el agua de lluvia y el agua de manantial, y los registros históricos indican que siguió suministrando agua a las fuentes de Sintra incluso siglos después del abandono militar del castillo.
El estado de conservación del castillo refleja múltiples fases de intervención e interpretación. La restauración de Fernando II en la década de 1840 ejemplifica la filosofía de conservación romántica del siglo XIX, que prioriza la estética pintoresca y la respuesta emocional sobre la estricta precisión arqueológica. Las intervenciones de la DGEMN de 1939 representan el enfoque nacionalista del Estado Novo autoritario hacia el patrimonio, enfatizando la grandeza monumental y la continuidad histórica. La gestión contemporánea por parte de Parques de Sintra sigue las directrices de la UNESCO para los paisajes culturales, equilibrando el acceso de los visitantes con los principios de conservación.
Dentro del contexto más amplio de los estudios de castillos ibéricos, el Castelo dos Mouros proporciona un valioso material comparativo. A diferencia de muchas fortificaciones contemporáneas que experimentaron importantes expansiones post-medievales o adaptaciones a la guerra de artillería, el castillo de Sintra permaneció en gran parte sin modificaciones después del siglo XV. Esta relativa preservación de su forma medieval, a pesar de los períodos de abandono y los daños naturales, ofrece a los estudiosos una ventana inusualmente clara a la arquitectura defensiva medieval temprana en la región.